Las mujeres que se presentan a la sala de
emergencias con un infarto del corazón tienen mayores probabilidades de no ser
diagnosticadas en comparación con los hombres.
Esto ha sido ampliamente documentado. ¿Pero cuáles son las razones que nos llevan a los médicos a, a veces, no tomar en serio a las mujeres con posible diagnóstico de infarto agudo del corazón?
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Los infartos del corazón son más frecuentes y ocurren a más
temprana edad en los hombres. La incidencia del infarto en los hombres aumenta
a partir de los 55 años, mientras que en las mujeres es a partir de los 65.
Esto se debe al efecto protector de los estrógenos (hormonas femeninas) sobre
el sistema cardiovascular. A partir de la menopausia, las mujeres gradualmente
van aumentando sus riesgos hasta que la incidencia se iguala a la de los
hombres alrededor de los 70 años.
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El dolor de pecho es el síntoma de
presentación más frecuente en el infarto. Sin embargo, la mitad de las mujeres
con infarto se presentan sin dolor de pecho, y se aquejan de otros síntomas,
como dificultad respiratoria, debilidad, cansancio, palpitaciones, sudoración.
Esto es más frecuente en mujeres mayores y diabéticas.
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Cuando tienen dolor de pecho, las
mujeres lo describen diferente a los hombres. En vez del típico dolor debajo
del esternón, que se siente como una opresión, muchas mujeres lo describen como
una quemazón.
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Como el infarto se presenta en
mujeres de mayor edad, estas suelen tener otras enfermedades que pueden
confundir al médico.
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Algunas mujeres con infarto se
presentan a la emergencia con síntomas vagos, inespecíficos, que a veces no son
tomados en serio por el médico, que los descarta como histeria.
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Y, finalmente, como si de una
confabulación de la naturaleza se tratase, las pruebas diagnósticas del infarto
─como el electrocardiograma─ son menos confiables en las mujeres.
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